John el señor de los insectos mutantes transforma a Bug (bicho verde galáctico, insectoide del Microverso) en una fiera e irracional criatura a su servicio. Finalidad aparente: dominar el mundo y dar lo suyo a la raza humana, John [Señor de los insectos mutantes] no es un mal tipo pero los Micronautas vienen a martillear el cráneo del gigante. Una historia de Bill Mantlo parecida a aquellas otras fábulas propias de su trabajo en Hulk aunque orientada a las relaciones de coexistencia entre los seres humanos y los fenómenos de reverberación social que se acogen a ciertos lugares conexos a lo cotidiano. El supermercado, engañoso hagáselo usted mismo moderno hermanado subterráneamente con los primeros templos cristianos montados al agujero del Banco Mundial, principio de progreso y conmiseración de todas las jerarquías adonde va a parar el enjambre diabólico comandado por el mutado Bug con la consiguiente estampida de la población urbana allí congregada (madres y niños, como corresponde a todo templo simulado en mercado). Ya sobre el escenario y desaparecidos los comediógrafos, Mantlo y Pat Broderick, solo queda hacer entrar al hombre-hormiga u Hombre hormiga para utilizar los ahora desordenados y rotos bienes de consumo diarios a modo de trampolines conducentes a la pacificación y cura de los insectos.
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La culpa es de esos dos señores que pasan por ahí y su materialidad envolvente.